A lo largo del proceso de comunicación se producen una serie de pérdidas valiosas que alcanzan a constituirse hasta en el 80% del mensaje original. Estas pérdidas, en muchas ocasiones son irrecuperables, dejando herido de muerte al mensaje. Estas pérdidas son provocadas por las barreras o ruidos comunicativos, los cuales se definen como interferencias que alteran la comprensión del mensaje, y son básicamente de tres tipos: debidas al entorno, debidas al emisor y debidas al receptor.
No obstante identificar cada una de ellas, es importante destacar 4 acciones que garantizan una pérdida sustancial de la comprensión del mensaje: 1) Malas actitudes (del emisor o del receptor), 2) Selección errónea del canal, 3) No dar retroalimentación, y 4) No escuchar.
Barreras debidas al entorno:
a) Medio ambiente.
b) Características físicas del espacio.
c) Organización de la actividad.
Barreras debidas al emisor:
I. Relacionadas con el código
a) Falta de un código común
b) Ambigüedad en el mensaje
c) Utilización inadecuada de la redundancia.
II. Relacionadas con la habilidad personal:
a) Falta de habilidades comunicativas.
b) Filtros.
c) Actitudes negativas.
d) Falta de capacidad de autocontrol.
Barreras debidas al receptor:
a) Falta de habilidades comunicativas.
b) Filtros.
c) Defensa psicológica.
d) Falta de Escucha Activa.
LA "VENTANA DE JOHARI" COMO HERRAMIENTA DE AUTOEVALUACIÓN
Evitar la presencia de barreras, y más aún promoverlas, implica un esfuerzo de autoevaluación por medio del cual identifiquemos aquellos comportamientos que hemos de cambiar para ser capaces de adaptarnos a la interacción social de la mejor manera posible. Un punto de partida para la evaluación de nuestras habilidades comunicativas es la “Ventana de Johari” (ver diagrama proporcionado en clase), la cual considera a la persona como una superficie concreta (cuadrado), que se divide en cuatro cuadrantes que separan el nivel de conocimientos que sobre la persona posee ella misma y poseen los demás.
El primer cuadrante se considera el “Área de acción libre”, el cual agrupa los comportamientos que la persona sabe que emite y que a la vez son conocidos por los demás. Este cuadrante es el más deseable, pues al ser todos los comportamientos conocidos no tenemos que aparentar nada, por lo que la comunicación fluye de manera natural en el terreno de lo verbal, no verbal y paraverbal. Esta área de acción libre corresponde a la comunicación que se establece en el ámbito familiar o de confianza real, donde, sin perder el respeto, uno se encuentra cómodo y se producen mensajes con mayor sinceridad.
El segundo cuadrante se denomina “Punto ciego”, y se corresponde con aquellos comportamientos que son conocidos por los demás, pero desconocidos por nosotros mismos. Cuando comunicamos desde este cuadrante es común emitir mensajes contradictorios, dado que los elementos no verbales y paraverbales que utilizamos no se corresponden con los verbales. El problema principal es que no somos conscientes de este hecho, sin darnos cuenta que los demás sí lo perciben.
El tercer cuadrante se denomina “Área de lo secreto” y se refiere a todos aquellos comportamientos que son conocidos por nosotros, pero desconocidos por los demás. En este cuadrante se encuentran las conductas llamadas “encubiertas” como serían los procesos cognitivos relacionados con las actitudes, sentimientos, preferencias, prejuicios, etcétera. Aunque este cuadrante agrupa las conductas que voluntariamente ocultamos a los demás, a veces las proyectamos involuntariamente, pasando así al cuadrante del punto ciego.
El cuarto cuadrante lo denominamos “Inconsciente”, y es en él donde se encuentran todos aquellos comportamientos desconocidos tanto para nosotros como para los demás. Como no somos conscientes de las conductas que se consideran en este cuadrante, las ignoramos, aun cuando aceptamos su existencia. Lo peligroso de ellas es que boicotean nuestra conducta o comportamiento visible, particularmente nuestras habilidades comunicativas, sin que nada podamos hacer para evitarlo.
Dado que el cuadrante en el que nos comunicamos mejor es en el “Área de acción libre”, se hace necesario ampliar su extensión, disminuyendo cada vez más los otros tres cuadrantes. Para tal efecto, es necesario llevar a cabo dinámicas de “espejeo”, por medio de las cuales podamos ser retroalimentados por otros respecto a aquellos comportamientos no observables por nosotros mismos, así como desarrollar una actitud de apertura hacia la diversidad e inclusión, para disminuir el “Área de lo secreto”, y trabajar con profesionistas el “Área de lo inconsciente” para hacer desaparecer el boicoteo involuntario. En la medida en que nosotros ampliemos el área de acción libre, nos volveremos personas más confiables para la interacción y la comunicación.
REGLAS PARA LA RETROALIMENTACIÓN ASERTIVA
1) Dé la información positiva en primer lugar.
2) Sea específico. Comente la conducta, no las impresiones.
3) La información mejorable se plantea con alternativas.
4) Introduzca la información como opinión personal.
5) Evite a toda costa el sarcasmo y la ironía.